Powered By Blogger

jueves, 23 de diciembre de 2010

Ser DOCENTE

Ahora si voy a poder dedicarle tiempo a este espacio.
Me acabo de recibir de Licenciada en Educación en la Universidad Nacional de Quilmes. Con mucho esfuerzo, muchos altibajos, muchas decepciones y alegrías. Sigo amando ser docente como el primer día. Pensando y reflexionando sobre mi tarea, la tarea de muchos: eso de "ser docente". Comencé a pensar en cuánto y cómo influimos en nuestros pibes.
Leyendo un artículo me di cuenta que no existe ningún otro profesional que tenga presencia tan importante y permanente en la vida de los ciudadanos del mundo, como nosotros… los docentes.
Nadie, salvo algunos familiares, está con los niños un promedio anual de mil horas durante 12 años, contados los ciclos: Inicial, Primaria, Media, y/o 5 o más años de universidad y se le añaden otros cuantos si de especializaciones se trata.
Estamos de mañana, de tarde, y muchas veces de noche. Siempre plegando ese inagotable mundo estratégico para mejorar día a día, y para dar lo mejor que tenemos en fin de acompañar esa situación maravillosa que es el aprendizaje de la vida.
Entonces, una cuarta parte de nuestro recorrido por éste planeta lo pasamos junto a un docente!!!!!!!!!
Si cada habitante del mundo tuviera el acceso a la educación primaria y secundaria, conocería aproximadamente 50 maestros durante este recorrido. Si contara con el privilegio de ingresar a una universidad y realizar algún postgrado, la cifra de profesores podría pasar el centenar.
De ahí que la influencia del docente en el día a día de un niño es innegable. Pero también lo es el sistema que hace que este personaje esté ahí en nuestras vidas formándonos con una altísima, buena, regular o pésima calidad.
Pero, independientemente de los factores que permiten un proceso bien estructurado sobre una realidad y visionario respecto a la necesidades individuales y sociales de un país, está la capacidad personal de quien enseña para hacer que cada minuto de su influencia sobre un niño, sea verdaderamente prodigioso en el camino del aprendizaje, de la fortaleza de la estima y el descubrimiento del poder de creación de cada uno.
El pensar que somos tan influyentes, para lo bueno y para lo malo, hace que, ante todo, tengamos en cuenta que no somos los dueños del saber, los dueños de la verdad. Simplemente somos personas que elegimos acompañar  y enriquecer un proceso, importantísimo, en la vida del ser humano.
Por ello, este mundo necesita maestros más conscientes del valor de la sensibilidad humana, sin egos, sin falsa expectativa, sin sobrecarga, con humildad, con ganas, con fuerza para enfrentar los desafíos diarios a nivel macro y a nivel micro, porque es la única manera de hacer frente a la insensibilidad  que existe hoy en día, cada vez más grande, de una población que se sumerge en la frialdad.